📖 Un cuento para edades de 5 a 10 años.
⏳ Tiempo de lectura: 6 minutos.
📝 Los miedos no siempre son reales. Gonzalo aprende a enfrentarse a los suyos.
Había una vez, en un pueblo de dragones, un pequeño dragón llamado Gonzalo. A simple vista, Gonzalo parecía ser como cualquier otro dragoncito. Tenía unas escamas de color verde esmeralda que brillaban bajo el sol y unas alas pequeñas que, aunque aún no le permitían volar muy alto, lo llevaban de un lado a otro del pueblo. Era una criatura reservada y tranquila, o al menos eso pensaban todos los que lo rodeaban.
Pero, dentro de Gonzalo, sucedía algo que nadie más podía ver. De vez en cuando, su mente se llenaba de miedos, como si una nube oscura lo envolviera. Y aunque esos miedos no tenían una forma clara, eran lo suficientemente grandes como para hacer que su corazón latiera rápido y sus escamas se pusieran rígidas. Para calmarlos, Gonzalo sentía que tenía que hacer ciertas cosas. A veces, al salir de casa, daba tres vueltas sobre sí mismo. Otras veces, se aseguraba de que sus juguetes estuvieran perfectamente alineados antes de dormir. Si no lo hacía, sentía que algo terrible iba a pasar.
Los otros dragoncitos del pueblo no notaban nada raro. Sus padres pensaban que Gonzalo solo tenía sus propias manías, y sus amigos lo veían como alguien algo peculiar, pero no le daban mucha importancia. Ni siquiera Gonzalo sabía que algo no estaba bien 😕, aunque no entendía por qué esos miedos lo atacaban de repente, ni por qué tenía que hacer esas acciones para calmarse.
Un día, después de una mañana en la que había tenido que dar vueltas alrededor de su nido más veces de lo normal, Gonzalo decidió ir a la plaza del pueblo. Allí, en el centro, se encontraba el árbol más viejo de todo el valle. Era un árbol gigantesco, con ramas que parecían tocar las nubes y raíces que se hundían profundamente en la tierra. Los dragones del pueblo solían reunirse bajo su sombra para charlar o descansar, pero ese día, la plaza estaba tranquila y Gonzalo se sentó solo, mirando al gran árbol en silencio.
Mientras estaba allí, escuchando el susurro del viento entre las hojas, una voz profunda y calmada rompió el silencio:
—"Hola, pequeño dragón"— dijo la voz. Gonzalo miró a su alrededor, extrañado. No había nadie cerca, solo el gran árbol frente a él.
—"Soy yo, el árbol"— continuó la voz—. He visto cómo vienes aquí muchas veces, siempre con ese aire preocupado. ¿Por qué no me cuentas lo que te pasa? 🌳"
Gonzalo, sorprendido, no sabía muy bien qué decir al principio. Pero la voz del árbol era tan suave y reconfortante que se atrevió a hablar:
—"Es que... a veces tengo mucho miedo"— confesó Gonzalo en voz baja—. Siento que si no hago ciertas cosas, como dar vueltas o alinear mis juguetes, algo malo va a pasar. No sé por qué, pero tengo que hacerlo para sentirme mejor."
El gran árbol dejó caer una de sus hojas cerca de Gonzalo, como si fuera una señal de que lo escuchaba con atención.
—"¿Y cuando haces esas cosas, te quedas tranquilo?"— preguntó el árbol— "Me da la sensación de que no siempre es así, ¿me equivoco?"
—"Algunas veces sí"— replicó Gonzalo, pero meditando un poco más añadió— "pero la mayoría de veces vuelve el miedo y tengo que volver a empezar."
—"Lo que te sucede es algo que he visto antes"— dijo el árbol—. Esos miedos que sientes son como pequeñas sombras dentro de ti. Y cada vez que haces esas acciones para calmarlos, los haces un poco más grandes. Es como si les dieras de comer. Cuanto más les das, más crecen." 😟
Gonzalo lo miró, con sus grandes ojos llenos de curiosidad y un poco de miedo.
—"¿Y cómo puedo hacer que desaparezcan?"— preguntó, deseando más que nada una solución a lo que le pasaba.
—"No es fácil, pequeño amigo"— respondió el árbol—. Para que esos miedos se hagan más pequeños, tienes que dejar de alimentarlos. Eso significa que, a veces, tendrás que sentirte incómodo, como si algo malo fuera a pasar... pero en realidad, no pasará nada. 🌱 Al principio será difícil, pero cada vez que te enfrentes a esos miedos sin hacer lo que te piden, ellos se irán haciendo más y más pequeños."
Poco a poco, Gonzalo comenzó a enfrentarse a sus miedos. Cada vez que sentía la necesidad de hacer algo para calmar esas sombras, respiraba hondo y se recordaba a sí mismo que podía ser más fuerte que sus pensamientos. 💪
Al final de cada tarde, Gonzalo se acercaba al gran árbol a contarle sus avances y, siempre que había conseguido mantenerse firme, éste lo obsequiaba con un pequeño detalle: un fruto delicioso, una hoja con forma curiosa, una historia divertida... 🍃 Aunque al principio no fue fácil, con el tiempo, las sombras dentro de Gonzalo empezaron a hacerse más pequeñas.
Y el gran árbol, desde la plaza del pueblo, lo observaba con orgullo, sabiendo que Gonzalo, el pequeño dragón, estaba aprendiendo a ser más valiente que sus propios miedos. 🌟
Gonzalo, un pequeño dragón, lidia en silencio con sus miedos y una compulsión que lo lleva a realizar ciertos rituales para sentirse seguro. Aunque al principio no comprende por qué actúa así, un sabio árbol del pueblo lo guía, enseñándole que enfrentar sus miedos sin darles poder es el camino para superar sus sombras. Con esfuerzo, Gonzalo aprende a manejar su ansiedad y descubre su valentía interior.
Muchos niños experimentan temores o rituales repetitivos, ya sea como parte de su desarrollo o como señal de ansiedad. El cuento presenta estas emociones como algo natural, al tiempo que ofrece estrategias para gestionarlas. Además, la figura del árbol como mentor introduce la importancia de buscar apoyo en figuras de confianza, como padres o maestros.
Pregunta a tu hijo/a si tiene algún miedo o "manía" y hablad juntos sobre cómo enfrentarlos.
Dibujad juntos un frasco y pequeñas sombras en papel. Cada vez que el niño enfrente un miedo, puede "encerrar" una sombra en el frasco, celebrando su valentía.
Practicad ejercicios de respiración para calmar la ansiedad. Por ejemplo, respirar profundamente mientras se imagina que se llena un globo en su interior.
Creéis una historia sobre cómo Gonzalo enfrenta una nueva sombra, dejando que el niño invente los pasos para superar el miedo.
Dibujad un árbol y añadid hojas de colores cada vez que el niño enfrente con éxito un miedo o evite un ritual compulsivo.
Este cuento ofrece una oportunidad para hablar sobre la ansiedad infantil de manera sencilla y cercana. Si vuestro hijo muestra comportamientos repetitivos o miedos persistentes, podéis utilizar la historia para normalizar sus emociones y fomentar el diálogo. Si los miedos interfieren en su vida diaria, el cuento puede ser un buen punto de partida para buscar apoyo profesional.
"La valentía no es la ausencia de miedo, sino la fuerza para enfrentarlo sin rendirse."