📖 Un cuento para edades de 8 a 12 años.
⏳ Tiempo de lectura: 8 minutos.
📝 Una hada madrina torpe y su protegida se enfrentan juntas a los retos del mundo mágico.
Todos los niños y niñas de este mundo saben que existen las hadas madrinas, pero… ¿Acaso saben de dónde vienen, dónde viven o cómo se les asignan? 🌟
Obscuria es la dimensión paralela a nuestro mundo en la que viven las hadas y los hados, seres capaces de realizar acciones que para nosotros son mágicas. Ellos funcionan en su día a día a través de hechizos: vuelan para desplazarse de un sitio a otro, acercan objetos mediante magia, hacen que las cosas se hagan solas… todo ello, aprendiendo a controlar sus poderes mágicos. ✨
Existen muchas profesiones en Obscuria, pero la más valorada, con la que sueñan todos de pequeños, es la de ser “guardián o guardiana”, lo que en nuestro mundo conocemos como “hada madrina”.
En la Escuela de Hadas Madrinas, no solo se aprendía a lanzar hechizos y crear encantamientos, sino también a entender las emociones humanas y guiar a los niños a superar sus desafíos y cuidarlos ante los peligros. La competencia era feroz. Aquellos que sacaban mejores notas, además de ser más valorados por todos, elegían a sus protegidos los primeros.
En el último día del curso, cuando todos los futuros guardianes elegían a su niño o niña, Nube fue la última en la fila. Nube era torpe con su varita, se olvidaba de los conjuros y, lo peor de todo, tenía el pésimo hábito de tropezar en el momento más importante. Sin embargo, su corazón era tan grande como su torpeza y se había esforzado muchísimo para completar sus estudios. Por delante de ella, cada hada que pasaba elegía con una mezcla de emoción y nerviosismo, asegurándose de llevarse a los niños más fáciles, aquellos recién nacidos o pequeños que requerían poco más que dulces conjuros para dormir y sueños tranquilos. Sin embargo, cuando llegó el turno de Nube, solo quedaba Clara.
Clara tenía 12 años y ya había pasado por varios guardianes. La describían como "difícil", una niña que siempre estaba metida en líos: sus notas eran malas, se peleaba con sus amigos y en casa las cosas no iban mucho mejor. Nadie la quería, pero Nube, aunque algo temerosa, aceptó su reto con valentía y sin desanimarse. "Con magia, seguro que puedo arreglarlo todo", pensó.
Al observar el mundo humano, Nube no tardó en descubrir que Clara no era una niña "difícil" porque quisiera serlo. Tenía muchas preocupaciones y nunca había tenido a nadie que la escuchara de verdad, así que se puso manos a la obra a idear de qué manera podía trabajar con su protegida.
El primer día que intentó ayudar a Clara, decidió darle un pequeño empujón en la escuela. Nube lanzó un hechizo para que Clara se concentrara mejor en clase, pero, en lugar de prestar atención a la profesora, Clara no podía dejar de mirar el reloj, esperando que la clase terminara. Así que las cosas fueron a peor: le bajaron las notas aún más.
Nube no se dio por vencida. Creía que la magia debía ayudar en todo momento, así que, cuando vio a Clara pelearse con sus amigas en el parque, lanzó otro hechizo, esta vez para que Clara se sintiera más segura y amigable. El resultado fue que Clara dijo exactamente lo que pensaba... lo que solo empeoró las peleas.
"¡No puede ser!", gritó Nube, tirándose del pelo. Todo estaba saliendo mal, y cada vez que intentaba arreglar las cosas con magia, las complicaba más. Y así, desesperada como estaba, un mal movimiento de varita hizo que Clara, sin querer, viera a Nube por primera vez.
"¿Quién eres tú?", preguntó Clara, confundida.
Nube, nerviosa, intentó desaparecer, pero se le había olvidado cómo.
"Soy... soy... tu hada madrina", confesó finalmente. Clara la miró con incredulidad, y luego estalló en carcajadas.
"¡Ah, claro! ¿Mi hada madrina? Entonces, ¡tú eres la responsable de que todo me vaya tan mal últimamente!", gritó, enfadada.
Nube se sintió más pequeña que una mota de polvo. Nunca había querido hacerle daño, pero era verdad: todo lo que había intentado solo había empeorado las cosas. Así que, con una gran tristeza, bajó la cabeza y admitió:
"Lo siento mucho, Clara. Solo quería ayudarte, pero creo que no soy muy buena en esto de ser un hada madrina".
Para su sorpresa, Clara no la regañó más. En su lugar, suspiró.
"Mi vida ya era un lío antes de que aparecieras, así que supongo que no es solo culpa tuya", dijo la niña, mientras se sentaba en un banco del parque. "Pero si de verdad eres mi hada madrina, ¿por qué no intentamos hacerlo bien?".
Nube levantó la cabeza, sorprendida. "¿Juntas?", preguntó.
"Sí", respondió Clara. "Tú dejas de hacer conjuros sin preguntarme, y yo me esfuerzo en estudiar. Nos preparamos juntas para mi examen de recuperación. Solo... prométeme que no harás que me salga una rana en el examen o algo así".
Ambas rieron, y así comenzó una nueva etapa. Clara se esforzó en estudiar para su examen de recuperación, y Nube, por su parte, la ayudaba a organizarse. Pasaban tardes largas repasando los temas difíciles, mientras Nube trataba de controlar su magia, lanzando pequeños hechizos para que los libros no se amontonaran y los apuntes estuvieran siempre a mano.
En los descansos de estudio, Clara animaba a Nube a practicar conjuros y hechizos de todo tipo, haciendo que ganara soltura y que pasaran ratos realmente divertidos juntas.
Cuando llegó el día del examen, Nube no hizo trampas para que Clara aprobara. En lugar de eso, usó su magia para calmar los nervios de Clara justo antes de entrar al aula y le recordó que, aunque fuera invisible, siempre estaba a su lado. 😊
Clara hizo el examen con tranquilidad, y, para sorpresa de ambas, sacó una de las mejores notas de la clase. Había trabajado duro, y Nube había aprendido a usar su magia de forma responsable. No solo había ayudado a Clara, sino que también había aprendido que la verdadera magia no siempre está en los conjuros, sino en el esfuerzo compartido y el apoyo mutuo.
Desde aquel día, Clara y Nube siguieron juntas, enfrentando cada desafío con una sonrisa y la confianza de que, aunque la magia podía ayudar, lo más importante era el trabajo en equipo. Y así Nube consiguió ganarse el respeto de sus compañeros en Obscuria además de encontrar en Clara no solo a una protegida, sino también a una amiga.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado. 🎉
En Obscuria, el mundo de las hadas y los hados, Nube, una aprendiz torpe pero bondadosa, se convierte en el hada madrina de Clara, una niña de 12 años con una vida complicada. A pesar de sus intentos mágicos por ayudar, Nube solo consigue empeorar las cosas hasta que, juntas, descubren que la verdadera magia no está en los conjuros, sino en el esfuerzo, la comunicación y el apoyo mutuo.
La historia explora situaciones reales como la dificultad en los estudios, el sentirse incomprendido y la necesidad de apoyo emocional. Ofrece un enfoque positivo para enfrentar los desafíos cotidianos a través de la colaboración, la empatía y la paciencia.
Este cuento enseña que los errores no son el fin del camino, sino una oportunidad para aprender y crecer. Reforzar esta idea con los niños puede ayudarles a abordar los desafíos con más confianza, sabiendo que pedir ayuda y trabajar juntos no es un signo de debilidad, sino de fortaleza.
"La verdadera magia no está en los hechizos, sino en el esfuerzo compartido y el apoyo sincero."