🌾 Un rincón lleno de sensaciones

📖 Un cuento para edades de 5 a 9 años.

⏳ Tiempo de lectura: 5 minutos.

📝 Un cuento relajante que despierta los sentidos en una tienda llena de aromas y texturas.

Era una tarde fresca de los últimos días de invierno, y Clara caminaba de la mano de sus padres por las calles del barrio. El aire traía aromas de plantas comenzando a brotar y el sol, ya tibio, iluminaba todo a su alrededor con su brillo dorado. Al girar una esquina, llegaron a una tienda con un cartel que decía: "A granel, sabores y aromas del mundo". Clara sintió una chispa de curiosidad y se alegró al sentir la mano de su madre guiándola hacia ese lugar 🌱.

Al entrar, el aire cambió. Una mezcla cálida de especias, jabones y granos llenaba la estancia, como si el mundo entero hubiera sido guardado en ese lugar. La luz era suave, filtrada por cortinas de lino, y Clara sintió que había entrado en un rincón secreto, lleno de cosas por descubrir ✨.

Mientras sus padres hablaban con el tendero, Clara se deslizó hacia los grandes sacos de tela que se alineaban junto a la pared. Había de todo: garbanzos redondos como canicas, lentejas pequeñas y suaves, arroz blanco que parecía un puñado de diminutas lunas y muchísimas legumbres y semillas más que no conocía. Clara miró a su alrededor, asegurándose de que nadie la vigilaba, y metió las manos en un saco de lentejas. Eran frescas y ligeras, se deslizaron entre sus dedos como un río de piedrecitas frías. Cerró los ojos y escuchó el susurro que hacían al caer de su mano. Luego pasó al saco de arroz; los granos eran duros y más pesados, pero igual de agradables. Las judías la sorprendieron con su suavidad y tintineo al chocar entre sí.

En la sección de especias, un estallido de colores y aromas la envolvió. Había frascos llenos de orégano verde como un prado en primavera, con un aroma que le recordó las pizzas que le encantaba comer 🍕. Clara respiró hondo y sintió cómo su estómago gruñía con hambre. Los granos de pimienta eran pequeños y redondos, con tonos que iban del negro profundo al marrón rojizo y hasta el blanco. Pero lo que más le llamó la atención fue una estrella de anís; la sostuvo en su mano y observó sus puntas afiladas y su centro oscuro, como una pequeña obra de arte natural.

Cerca de allí, grandes jarras de cristal contenían jabones líquidos en colores perlados. Clara se acercó a una de ellas justo cuando una mujer abría el grifo para rellenar una botella de vidrio. Observó fascinada cómo el gel fluía lentamente, con una textura que parecía miel brillante 🍯. Sus ojos seguían el movimiento hipnótico de la sustancia hasta que la botella estuvo llena. El grifo se cerró con un chasquido suave, pero una gota quedó pendiendo densa, delicada, brillante.

Madre: "¿Quieres ayudarme?" 💞 — La voz de su madre la sacó de su ensueño. Clara asintió con una sonrisa. Su madre le dio una pala de metal y le mostró cómo usarla para llenar una bolsa de garbanzos. La pala tenía un brillo opaco y era fría al tacto. Clara disfrutó del sonido seco de los garbanzos al caer dentro de la bolsa de tela, como si estuvieran tocando un tambor diminuto. Cuando terminó, llevó la bolsa con cuidado hasta la balanza, donde el tendero pesó los envases con movimientos tranquilos.

Al salir de la tienda, con las manos aún oliendo a especias y la sensación de los granos en la piel, Clara miró a sus padres.

Clara: "¿Podemos volver aquí otro día?" 🌱

Padre: "Claro que sí. ¿Te ha gustado?" 😁

Clara asintió con entusiasmo. Mientras caminaban de vuelta a casa, la sensación de tranquilidad y descubrimiento la acompañó, como si llevara un pedacito de aquella tienda en el corazón. Y esa noche, al cerrar los ojos, volvió a sentir el susurro de las lentejas, el olor del orégano y el brillo del jabón nacarado en su memoria 🌟.