📖 Un cuento para edades de 4 a 7 años.
⏳ Tiempo de lectura: 4 minutos.
📝 Gustavo aprende a superar la pérdida de su muñeco con la ayuda de la magia y el amor.
Gustavo tenía cuatro años y un amigo inseparable: Pepo 🐭. Pepo era un muñeco especial, un cuadrado de tela con una pequeña cabeza de ratón en una esquina. Aunque estaba viejo y remendado, Gustavo no podía dormir sin él. Era como si, al abrazarlo, todo a su alrededor se volviera seguro y tranquilo.
Las madres de Gustavo habían intentado que se encariñara con otros muñecos, pero Gustavo siempre volvía a Pepo. Era su compañero fiel, y sin él, las noches eran imposibles.
Una tarde, mientras recogían la casa, Pepo desapareció. Gustavo y sus madres lo buscaron por todas partes: debajo de la cama, en los cajones, incluso en la lavadora. Pero Pepo no apareció. Esa noche, Gustavo lloró desconsolado. Sus madres le dieron caricias y palabras de consuelo, pero el vacío de no tener a Pepo a su lado le parecía enorme. Finalmente, agotado, se quedó dormido.
En su sueño, apareció una osa de peluche con un lazo dorado al cuello. La osa, con voz suave y tranquilizadora, se presentó:
—Hola, Gustavo. Soy Muna 🐻, la guardiana de los objetos perdidos. Me temo que Pepo ha llegado a nuestro mundo, pero no estás solo. Ven, quiero enseñarte algo.
Muna tomó la mano de Gustavo, y juntos volaron por el cielo nocturno hasta llegar a un lugar mágico, un bosque envuelto en una bruma luminosa. Allí había pequeñas casitas hechas con hojas y troncos. Al acercarse, Gustavo vio que dentro dormían pequeños seres mágicos: duendes, hadas y ratoncitos 🧚♂️🦝.
—Cuando un objeto de apego llega aquí —explicó Muna—, encuentra un nuevo propósito muy especial. Ayuda a nuestros pequeños habitantes a dormir bien. Y si ellos descansan, pueden usar sus poderes para ayudar a los grandes magos, como Papá Noel, los Reyes Magos o el Ratoncito Pérez.
Gustavo miró con curiosidad las casitas. En una de ellas, un diminuto duende estaba abrazado a Pepo, dormido profundamente. Aunque sentía tristeza al verlo allí, también sintió algo de alivio al pensar que Pepo estaba ayudando a alguien más.
—¿Pepo está feliz? —preguntó Gustavo con un nudo en la garganta.
—Muy feliz —aseguró Muna con una sonrisa cálida—. Ahora tiene una gran misión, pero también quiere que tú sigas adelante. Por eso, te traigo un regalo muy especial.
Muna le dio un pequeño cojín con bordes suaves, decorado con un bordado dorado en forma de estrella ⭐.
—Este es tu nuevo ayudante mágico. No reemplaza a Pepo, pero tiene un poquito de su magia. Cuando lo abraces, recuerda que Pepo está cumpliendo una tarea importante, y que tú también puedes ser valiente por las noches.
Gustavo abrazó el cojín y sintió una calidez reconfortante. Luego, Muna le dio un beso en la frente.
—Este beso mágico te ayudará a recordar siempre lo especial que eres, Gustavo, y lo mucho que Pepo te quiere, allá donde esté.
Cuando despertó, Gustavo encontró el pequeño cojín junto a él. Aunque todavía extrañaba a Pepo, abrazó el cojín y pensó en el duendecillo que ahora dormía gracias a su amigo. Esa noche, por primera vez, se quedó dormido sin llorar.
Con el tiempo, Gustavo siguió recordando a Pepo, pero ya no sentía tristeza, sino alegría por todo lo que le había dado. Y así, poco a poco, fue creciendo con un nuevo compañero a su lado y un recuerdo lleno de cariño en su corazón.
Gustavo, de 4 años, pierde a su amigo inseparable, Pepo, un muñeco de apego que lo acompaña en todas sus noches. En sus sueños, conoce a Muna, la guardiana de los objetos perdidos, quien le muestra que Pepo ahora tiene una nueva misión: ayudar a otros pequeños seres mágicos a descansar. Muna le entrega a Gustavo un cojín mágico que le brinda consuelo y lo ayuda a superar la pérdida. Con el tiempo, Gustavo aprende a dormir sin Pepo, conservando en su corazón el recuerdo de su querido amigo.
Este cuento refleja una experiencia común en la infancia: la pérdida de un objeto que brinda seguridad emocional. Ayuda a los niños a procesar sus emociones y ofrece un enfoque positivo para afrontar la pérdida, transformándola en una oportunidad de crecimiento.
Este cuento ofrece una oportunidad para guiar a los niños en la gestión de pérdidas emocionales. Refuerza que está bien sentir tristeza, pero también que los recuerdos y el amor por aquello que se pierde pueden transformarse en algo positivo.
"Aunque no puedas abrazar a Pepo, su amor siempre estará contigo, y tú también puedes ser valiente por las noches."