
🪥🐯 Mónica aprende a cuidar su gran sonrisa
Tiempo de lectura: 3 minutos.
📖 Un cuento para edades de 3 a 6 años.
⏳ Tiempo de lectura: 3 minutos.
📝 Un monstruo descubre que hornear puede ser mucho más divertido que dar sustos.
🗂️ Clasificado en: Cuentos de fantasía - Cuentos para superar miedos
En lo alto de una colina oscura, donde el viento silbaba entre los árboles y las nubes parecían de algodón mohoso, vivía Monchi, un monstruo profesional del susto.
Cada noche salía con su lista de tareas:
Era un monstruo muy aplicado. Gruñía con ritmo, movía las orejas para dar más miedo y tenía una sonrisa llena de colmillos bien afilados. Pero… cada vez le daba más pereza.
—Otra noche más haciendo “¡buuuuh!”… —suspiraba Monchi—. ¿Y si me cambio de trabajo?
Una noche, mientras acechaba por una ventana, olió algo que le cambió la vida:
un olor dulce, cálido, irresistible… ¡a pastel recién hecho!
Monchi metió la cabeza por la ventana y vio a una abuela sacando del horno un bizcocho esponjoso. Sin poder evitarlo, dijo:
—¡Buuuuuenísimo huele eso!
La abuela se giró, lo miró, y en vez de gritar, le tendió un pedazo:
—¿Quieres probar, criatura?
Monchi dio un mordisco. Y fue como un rayo de felicidad: suave, dulce y con trocitos de chocolate.
—¡Esto está mejor que asustar! —dijo con los ojos brillando—. ¡Tengo que aprender a hacerlo yo!
Desde ese día, dejó los sustos y se dedicó a hornear.
Hacía magdalenas que saltaban del molde, bizcochos con forma de murciélago y tartas que daban besitos de nata.
Todo el bosque olía a vainilla.
Los animales pasaban por su casa a merendar y Monchi, con su delantal de lunares rojos, repartía pastelitos con una sonrisa de colmillos dulces.
Pero claro… no todos entendían su nueva afición.
Una mañana, un ogro enorme se burló:
—¡Ja! ¿Un monstruo haciendo cupcakes? ¡Eso da más risa que miedo!
Monchi lo miró, levantó una ceja y murmuró con voz profunda:
—¿Risa, dices? Pues prepárate para el Susto Supremo del Pastelero.
El ogro rió... hasta que de repente una nube de harina explotó frente a su cara, un cupcake saltó a su nariz y un rodillo empezó a girar solo gritando:
—¡Amasado quedas!
Desde entonces, nadie se atreve a criticar sus postres.
Y cuando alguien lo hace, se dice que se despierta con nata en las orejas y azúcar glas en los calcetines.
Monchi sigue horneando feliz.
A veces se ríe recordando su pasado de monstruo asustador y dice, mientras mezcla el azúcar:
—No hay nada más dulce que ser quien uno quiere ser… aunque lleves colmillos y delantal.
Y cada vez que saca una tarta del horno, susurra al bizcocho:
—¡Buuuuuenísimo estás!
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Monchi era un monstruo profesional de los sustos… hasta que un día descubrió el olor de un pastel recién hecho. Desde entonces cambió el “¡buuuuh!” por el “¡buenísimo!” y se convirtió en el primer monstruo pastelero del bosque.
Un cuento divertido y tierno sobre atreverse a cambiar, superar etiquetas y disfrutar haciendo lo que te hace feliz.
1. Monstruos pasteleros (plástica + emociones)
Cada niño dibuja su propio monstruo pastelero y le pone nombre.
Debajo, completan la frase: “Mi monstruo no da miedo, hace ____.”
👉 se trabaja autoestima y creatividad.
2. Olores del cuento (sensorial)
Recrear el olor del pastel: vainilla, canela, cacao…
Dejar que los niños los huelan y adivinen cuál es.
👉 estimulación sensorial y lenguaje emocional (me gusta / me calma / me da hambre).
3. El susto dulce (dramatización)
Jugar a “sustos divertidos”: un niño hace “¡buuuh!” y el otro responde con un postre imaginario.
Ejemplo:
—¡Buuuh!
—¡Bizcocho para ti! 🍰
👉 se libera el miedo a los sustos y se transforma en juego.
4. Cocinamos con palabras (lenguaje)
Inventar recetas de monstruo:
“Un pastel con tres gotas de risa y una nube de harina que canta.”
👉 se trabaja vocabulario y expresión creativa.
5. El delantal de los valientes (educación emocional)
Con cartulina o tela, crear un “delantal mágico” donde los niños dibujen cosas que les hacen sentir valientes o felices.
👉 refuerza la autoimagen positiva.
Hacer una mini merienda monstruosa: cupcakes o galletas con caras de monstruo de colores.
Mientras las decoran, recordar la frase de Monchi:
“No hay nada más dulce que ser quien uno quiere ser.”
💖 Mensaje final del cuento:
Incluso los monstruos pueden cambiar de rumbo y hacer del mundo un lugar más dulce.