
🛁 Espuma mágica y diversión
Tiempo de lectura: 4 minutos.
📖 Un cuento para edades de 2 a 5 años.
⏳ Tiempo de lectura: 4 minutos.
📝 Un cuento relajante y sensorial que invita a seguir un rastro mágico entre susurros.
🗂️ Clasificado en: Cuentos relajantes - Cuentos de animales
Cuando el cielo se tiñe de azul oscuro y las primeras estrellas empiezan a brillar, en lo alto, muy arriba, la luna despierta.
Es redonda y brillante, con esa fresca luz blanquecina que baña todo lo que la rodea. Esta noche, como cada noche mágica, decide bajar al bosque.
Baja muy despacito, flotando entre las ramas, sin hacer ruido.
Sus pies, si es que los tiene, no pisan fuerte, sólo dejan un rastro de luz, unas huellas plateadas que se posan sobre la hierba, sobre las piedras, sobre los troncos dormidos.
Nadie la ve. Nadie la oye. Pero ella camina tranquila, dejando su rastro de calma y de magia.
Un poco más allá, en una madriguera redondita, un conejito blanco llamado Luno duerme acurrucado, con las orejas dobladas y los ojitos cerrados.
Pero algo, una luz muy suave, le roza el hocico.
Luno se despereza con un suspiro, abre un ojito y ve un destello. Allí, en el claro, justo frente a su madriguera, hay una huella brillante en la hierba.
Se estira como sólo los conejitos saben estirarse y se acerca con curiosidad. Toca la huella con su patita. Está fresquita, como el rocío de la mañana y huele a jazmín recién abierto.
—¿Quién ha caminado por aquí? —susurra Luno, sin esperar respuesta.
La luna ya se ha ido, pero sus huellas siguen ahí. Así que Luno, despacito, comienza a seguirlas. Una, dos, tres huellas más adelante y el conejito atraviesa un helecho alto que le acaricia las orejas como si le hiciera mimos. Después salta sobre una piedra lisa, que resuena ligeramente bajo sus patitas suaves. Y sigue adelante revisando todas las huellas una por una.
El sendero lo lleva por un camino entre los árboles. Las ramas crujen muy flojito al moverse con el viento. Un grillo canta, pero su canción no despierta, sino que arropa.
Y cada huella le regala a Luno una sensación distinta. Una huele a lavanda y le recuerda a la mamá coneja cuando lo abraza. Otra huele a hojas mojadas, y Luno imagina el sonido de la lluvia en la distancia. Otra le hace cosquillas en los bigotes, como si alguien invisible le hiciera reír muy bajito.
El camino no tiene prisa. Y Luno tampoco. Da saltitos cortos, se detiene, respira los aromas, observa los destellos plateados y se deja llevar.
Al final del sendero, cuando el bosque se abre en un claro secreto, Luno se detiene.
Allí está, la luna, brillando justo encima de un charquito redondo. Reflejada en el agua, como si tuviera una hermana que vive debajo, jugando con el resplandor de su luz sobre la superficie del agua.
Luno se sienta a mirar y sonríe.
—Gracias por las huellas —susurra—. Me han traído hasta ti.
La luna no le contesta, pero una brisa suave le pasa por la cara, como una caricia que no se ve.
El conejito bosteza. Un bostezo largo, de esos que hacen ruido. Se acurruca en la hierba blandita del claro, pone una oreja sobre sus patitas, y la otra e cae con suavidad sobre su carita.
Y justo antes de quedarse dormido, nota algo en la barriguita: una huella plateada, dibujada con luz.
La luna lo arropa desde el cielo. Y Luno sueña con huellas brillantes que lo acompañan flotando entre estrellas, llevándolo siempre a lugares tranquilos.
Y tú, si cierras los ojitos muy despacio quizá también veas una huella de luna. Quizá la sigas. Quizá te lleve a un lugar donde todo es suave y relajante.
Buenas noches, amor mío. Buenas noches, luna.
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Cuando la luna desciende al bosque dejando huellas plateadas, el conejito Luno las sigue y descubre un claro mágico donde la calma y la luz lo envuelven, invitándolo a un sueño tranquilo.
Este cuento sensorial ayuda a los más pequeños a relajarse antes de dormir, estimulando sus sentidos y su imaginación. Fomenta la atención plena y la conexión con el entorno natural, elementos clave en el desarrollo emocional de 2 a 5 años.
Los niños y niñas de esta edad se identifican con las rutinas nocturnas y disfrutan de historias suaves que acompañen la transición al sueño. Las descripciones de aromas y sonidos les conectan con experiencias reales (flores, rocío, susurros del viento) y les ofrecen seguridad.
Crear una rutina de lectura tranquila y sensorial antes de acostarse ayuda a los niños a desconectar y a asociar el momento de dormir con experiencias agradables. Aprovecha este cuento para fomentar el vínculo afectivo y la relajación compartida.
"Buenas noches, amor mío. Buenas noches, luna"