📖 Un cuento para edades de 2 a 5 años.
⏳ Tiempo de lectura: 3 minutos.
📝 Alma aprende una valiosa lección sobre la magia de compartir y la alegría de jugar juntos.
Alma 🐑 era una corderita blanca como una nube que vivía en un prado verde y soleado, lleno de otros corderitos juguetones. Su juguete favorito era una campanita dorada que tintineaba con un sonido dulce y alegre. ¡Le encantaba tanto que nunca quería separarse de ella!
Un día, su prima Lila 🐑, una corderita de orejas suaves y curiosas, se acercó y le dijo con una gran sonrisa: —Alma, ¿puedo jugar con tu campanita? Solo un rato, te prometo cuidarla mucho.
Pero Alma frunció el ceño y abrazó la campanita contra su pecho. —¡No! Es mía, y no quiero compartirla.
Al escuchar esto, Lila bajó las orejas, triste. Se apartó y se sentó bajo un árbol, mirando cómo Alma jugaba sola con la campanita. Aunque los demás corderitos la animaban a jugar con ellos, Lila no dejaba de pensar en lo bonito que sería tintinear la campanita junto a su prima.
Pasaron los días, y un buen día Lila encontró algo especial: un aro de madera que uno de los pastores había dejado. Al moverlo con sus pezuñitas, el aro giraba rápidamente y parecía bailar. Lila lo recogió emocionada y comenzó a jugar con él.
Al escuchar las risas de su prima y ver lo divertido que parecía el aro, Alma se acercó corriendo. —¡Oh, Lila! ¿Puedo jugar con tu aro? Se ve muy divertido.
Lila se detuvo y miró a Alma. Recordó cómo se había sentido cuando su prima no quiso compartir su campanita. Dudó un momento y apretó el aro contra ella. —No sé, Alma… No compartiste tu campanita conmigo…
Alma bajó la cabeza, dándose cuenta de lo egoísta que había sido. —Lo siento, Lila. Sé que te hice sentir mal. Prometo que si me dejas jugar contigo, nunca más seré así.
Lila miró los ojitos sinceros de Alma y sonrió. —Bueno, supongo que podemos jugar juntas.
Ambas corderitas comenzaron a pasar el aro de una a otra, inventando juegos divertidos. Se reían tanto que otros corderitos del rebaño se unieron, y pronto el aro y la campanita formaban parte de un montón de juegos. 🎉
Al final del día, Alma miró a su prima con cariño. —Gracias, Lila, por compartir conmigo. Me he dado cuenta de que jugar juntas es mucho más divertido.
Desde entonces, Alma aprendió a compartir no solo su campanita, sino también su tiempo y sus risas con todos. Y en el prado, los días de juegos se volvieron más alegres que nunca. 🌞
Alma, una corderita que ama su campanita dorada, se niega a compartirla con su prima Lila, quien se siente triste por ello. Sin embargo, cuando Alma quiere jugar con un aro que Lila encuentra, aprende el valor de compartir. Al final, ambas corderitas descubren que jugar juntas es mucho más divertido y hacen del prado un lugar lleno de risas y juegos compartidos.
La historia refleja situaciones cotidianas para los niños, como los conflictos por compartir juguetes, ofreciendo una solución positiva y empática que refuerza valores importantes.
Este cuento es ideal para ayudar a los niños a comprender y practicar la generosidad en su vida diaria. Les enseña que compartir no solo fortalece las relaciones, sino que también hace que los momentos compartidos sean más divertidos y significativos.
"Compartir no solo da alegría a los demás, sino que hace que nuestra propia felicidad sea más grande."