🐰 Un paseo por el bosque del amor propio

📖 Un cuento para edades de 4 a 12 años.

⏳ Tiempo de lectura: 6 minutos.

📝 Un encuentro en el bosque enseña una valiosa lección sobre la aceptación y la confianza en uno mismo.

Había una vez, en un rincón encantado del bosque, un pequeño conejo llamado Nube 🐇. Su pelaje era blanco y suave, como el algodón que flota en el cielo. Sin embargo, aunque su exterior parecía brillante, Nube no se sentía igual por dentro. A menudo se miraba en los charcos después de la lluvia, buscando algo especial en su reflejo, pero siempre encontraba razones para no gustarse: “Mis orejas son demasiado largas”, pensaba, “Mis patas son muy pequeñas, y no puedo correr tan rápido como los demás conejos.”

Un día, mientras Nube estaba sentado bajo un árbol, sintiéndose triste, apareció un zorro llamado Rayo 🦊. Aunque Rayo era conocido por su velocidad y destreza, lo que más destacaba de él era su gran corazón ❤️.

—Hola, Nube —dijo Rayo con una sonrisa cálida—. ¿Por qué estás aquí solo?

—No me gusta mi reflejo —respondió Nube, mirando hacia el suelo—. No soy tan especial como los demás.

Rayo, con su astucia y amabilidad, supo que Nube necesitaba más que palabras de consuelo. Decidió mostrarle algo que le ayudaría. Se sentó a su lado, dispuesto a ayudar.

—¿Sabes qué? —dijo Rayo suavemente—. Yo tampoco corro tan rápido como me gustaría. Mis patas no son tan largas como las de los ciervos. Pero, ¿te digo un secreto? No necesitamos ser como los demás para ser especiales.

Nube levantó la mirada, intrigado por lo que decía su amigo. Rayo continuó:

—Cuando aprendes a quererte, empiezas a ver lo valioso que eres, tal como eres. A veces necesitamos que alguien nos lo recuerde.

Rayo llevó a Nube a dar un paseo por el bosque 🌲🌿. Mientras caminaban, se encontraron con otros animales. Cada uno tenía algo único, algo que los hacía brillar a su manera, pero ninguno era perfecto. El ciervo tenía cuernos torcidos 🦌, la ardilla era un poco torpe 🐿️ y el búho siempre tenía sueño 🦉.

—Mira, Nube —dijo Rayo—, todos ellos tienen algo que podría no parecer perfecto, pero son felices, porque lo que los hace únicos es lo que más vale.

Nube empezó a mirar a su alrededor con otros ojos 👀. Se dio cuenta de que el ciervo siempre sabía dónde encontrar las frutas más dulces 🍎, que la ardilla siempre encontraba los mejores escondites para las nueces 🌰 y que el búho, aunque dormía durante el día, conocía cada rincón del bosque.

Mientras paseaban, Rayo habló con más ternura:

—Nube, yo te veo como el conejo más valiente del bosque. ¿Recuerdas aquella vez que ayudaste al erizo cuando se quedó atrapado en la zarza? ¡Sin ti, no lo habría logrado!

—Pero... mis orejas son tan largas —replicó Nube, aún dudando.

—¡Tus orejas largas son perfectas! —dijo Rayo con una risa—. Pueden escuchar hasta el sonido más suave del viento. Nadie más puede hacer eso. Nos alertas de los peligros antes que los demás.

Nube se quedó callado por un momento, pensando 🤔. Nunca había visto sus orejas de esa manera.

—¿Y mis patas cortas? —preguntó.

Rayo le lanzó una mirada traviesa 😏.

—¿Cortas? Son justo del tamaño perfecto para saltar por las madrigueras más pequeñas y encontrar los túneles más secretos. No todos pueden hacer eso, ¿sabes?

Al atardecer 🌅, los dos amigos llegaron a un claro donde la luna iluminaba el suelo con su brillo plateado 🌕. Nube, por primera vez, se sentó frente a un charco de agua clara y observó su reflejo con una nueva perspectiva.

—¿Sabes algo, Rayo? —dijo Nube—. Creo que mis orejas no están tan mal después de todo.

Rayo sonrió ampliamente 😊.

—Eso es porque cuando alguien te quiere, te ayuda a ver lo maravilloso que eres, y así aprendes a quererte a ti mismo.

Nube sintió algo cálido en su pecho, una luz que no había sentido antes. Por primera vez, se vio y sonrió 😄.

—Gracias, Rayo. Gracias por mostrarme que no necesito ser como los demás para ser especial.

—No tienes que serlo, Nube —respondió Rayo—. Ya eres especial, tal como eres.

Desde ese día, Nube caminó por el bosque con más confianza. Empezó a notar todas las cosas que antes no veía: la suavidad de su pelaje, la agudeza de sus sentidos y la valentía que siempre había tenido, pero que solo ahora comenzaba a reconocer.

Rayo seguía acompañándolo en sus aventuras, siempre recordándole, en esos días en que la duda regresaba, que lo más importante no era ser como los demás, sino aprender a quererse tal como uno es.

Y así, Nube no solo se convirtió en el conejo más valiente, sino también en el más feliz, porque había aprendido que quien te quiere de verdad te enseña a verte con los ojos del amor. Y eso, eso era lo más poderoso de todo ✨.