❄️El susurro de la nieve

El aire tenía ese aroma frío y limpio de los primeros días de febrero, cuando el invierno aún se aferra a la tierra, pero el sol se filtra tímidamente entre las nubes. El sendero de tierra húmeda serpenteaba entre los pinos, altos y solemnes, con sus agujas oscilando suavemente con la brisa. La niña avanzaba despacio, sintiendo cómo el aire gélido llenaba sus pulmones y despejaba su mente. ❄️

Cada paso resonaba en el suelo mullido por la hojarasca humedecida. Sus botas crujían con un sonido tenue, y a cada inhalación profunda, percibía el aroma de la resina, de la madera mojada, de la tierra dormida bajo el invierno. El silencio lo envolvía todo. Un silencio sereno, vibrante, el silencio de la montaña en espera de la nieve. 🍂

Alzó la vista. Las nubes se habían cerrado en un manto gris perla, densas y suaves, extendiéndose como un techo infinito. Entonces, sucedió. Primero, un leve destello blanco danzó en el aire y se posó en su mejilla rosada, como un besito fresco. Luego, cayó otro. Y otro más. La niña estiró la mano, atrapando uno con la punta de los dedos. Apenas un instante, y el copo se convirtió en una gota fría sobre la lana. Se quitó los guantes y extendió las manos al cielo, viendo cómo los diminutos cristales de nieve se acumulaban sobre su palma antes de derretirse lentamente. 😊

"—Está nevando…" La niña susurró, como si temiera romper el hechizo de aquel momento. ❄️

Los copos comenzaron a multiplicarse, girando en el aire, flotando con una ligereza etérea. La nieve cubría el sendero, las copas de los pinos, los techos de las casitas de madera desperdigadas por la montaña. El mundo adquiría una calma aún más profunda, como si todo se acurrucara bajo un velo blanco. ❄️

"—¡Ven dentro!" La madre la llamó desde la casa. 🏠

Se secó las manos contra los pantalones y caminó hasta la puerta. Al asomarse al interior de la casa, el contraste fue inmediato. Mientras se quitaba las botas en la entrada, la calidez del hogar la envolvió como una manta mullida. Un aroma inconfundible flotaba en el aire: el de la leña ardiendo en la chimenea, con notas terrosas y resinosas. Cerró los ojos un instante, sintiendo cómo aquel olor llenaba su pecho y le recordaba otros inviernos pasados. 🔥

Se acercó a la ventana. La nieve caía en un baile pausado, flotando con una armonía serena. Al arrimar su cara contra el cristal helado, su aliento formó una neblina que se disipó lentamente. Volvió a exhalar suavemente, esta vez buscando crear un círculo de vaho. Con un dedo, dibujó una espiral y observó cómo desaparecía desde fuera hacia dentro, mientras la blancura del exterior lo cubría todo. Los copos se acumulaban sobre las ramas de los pinos, en los alfeizares, en las curvas del tejado. 🪟

El fuego crepitaba en la chimenea, el sonido era un murmullo cálido, casi un susurro. Se dejó caer en el sofá, hundiendo los dedos en la manta gruesa que descansaba sobre el respaldo. Cerró los ojos un instante y escuchó. El viento afuera era apenas un murmullo lejano, como un eco dormido. Dentro, solo el chisporroteo de la leña consumiéndose poco a poco. 🔥

Se acurrucó más en la suavidad de la manta y dejó que sus ojos siguieran la danza incesante de la nieve tras la ventana. Todo era blanco, suave, sereno. El tiempo no importaba. Solo aquel instante, aquella quietud, la sensación de estar en un mundo en pausa, cubierto de algodón. 💤

La madre apareció con una taza humeante y se la ofreció. ☕

"—Chocolate caliente" dijo con una sonrisa. 😊

La niña la sostuvo entre las manos, sintiendo el calor atravesar la cerámica y llegar hasta su piel. Acercó los labios a la taza, el primer sorbo fue espeso y reconfortante, un abrazo líquido que bajó por su garganta dejando una estela de calidez. ☕

Afuera, la nieve seguía cayendo. Silenciosa. Incesante. Como un hechizo de invierno que arropaba el mundo en un sueño apacible. ❄️