
🐷🐷🐷 Los tres cerditos
Tiempo de lectura: 4 minutos.
📖 Un cuento para edades de 3 a 6 años.
⏳ Tiempo de lectura: 2 minutos.
📝 Una carrera inesperada enseña que el esfuerzo y la constancia son claves para lograr grandes cosas.
🗂️ Clasificado en: Cuentos clásicos
Había una vez una liebre que no se cansaba de presumir de lo rápido que era. Corría por aquí y por allá, adelantando a todos los animales del bosque, y se reía especialmente de la pobre tortuga, que avanzaba tan despacio que parecía no moverse nunca.
—¡Vamos, tortuga! —decía la liebre burlona—. ¿Aún no has llegado a donde ibas ayer?
La tortuga, sin molestarse, levantó la cabeza y le respondió con calma:
—Puede que no sea tan rápida como tú, pero estoy segura de que, si corremos una carrera, podría ganarte.
La liebre soltó una carcajada.
—¿Tú? ¿Ganarme a mí? ¡Eso sí que es bueno! Está bien, vamos a correr. Que alguien nos diga dónde empieza y termina la carrera.
El zorro, que pasaba por allí y había oído el desafío, marcó el recorrido y dio la salida:
—Preparadas... listas... ¡ya!
La liebre salió disparada como una flecha, dejando una nube de polvo tras de sí. En cambio, la tortuga empezó a avanzar con paso corto y constante, sin detenerse.
La liebre, que ya había recorrido medio camino en un suspiro, miró hacia atrás y no vio rastro de la tortuga. Se rió para sí y pensó:
—Tengo tiempo de sobra. Voy a echarme una siesta bajo este árbol... y luego terminaré la carrera tranquilamente.
Se tumbó en la hierba, cerró los ojos y, con el canto de los pájaros de fondo, se quedó profundamente dormida.
Mientras tanto, la tortuga seguía avanzando. Paso a paso. Sin prisa. Sin pausa.
Pasó junto al árbol donde dormía la liebre, y siguió su camino. Cuando la liebre por fin despertó, se desperezó, miró hacia la meta… y se quedó helada: la tortuga estaba a punto de cruzarla.
Corrió como nunca antes, pero ya era tarde.
La tortuga había ganado.
Moraleja: No siempre gana quien corre más, sino quien sabe avanzar sin rendirse.
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La liebre y la tortuga es una de las fábulas más conocidas de Esopo, un autor griego del siglo VI a.C. cuyas historias protagonizadas por animales han transmitido durante siglos enseñanzas prácticas y morales. Esta fábula fue también recogida por autores como Fedro y Jean de La Fontaine, y sigue vigente por su mensaje universal sobre el valor del esfuerzo sostenido frente a la confianza excesiva.
Una liebre se burla de la lentitud de la tortuga y la reta a correr una carrera. Segura de su victoria, la liebre se confía y se echa a dormir por el camino. Mientras tanto, la tortuga avanza sin pausa, paso a paso, hasta que, para sorpresa de todos, cruza la meta antes que la liebre. El cuento termina con una gran lección: no siempre gana quien va más rápido, sino quien no se rinde.
Este cuento muestra de forma sencilla y simbólica que no siempre gana el más fuerte o veloz, sino quien sabe mantener el rumbo sin rendirse. También ayuda a entender que confiarse demasiado puede jugar en contra, y que cada persona tiene su propio ritmo para avanzar. El formato de carrera lo hace especialmente accesible para los niños, que conectan con la idea de competir, esforzarse y superar retos.
Los niños pueden identificarse fácilmente con ambos personajes: con la tortuga cuando sienten que van más despacio que otros, y con la liebre cuando se sienten seguros en algo que dominan. El cuento les permite experimentar ambas perspectivas y reflexionar sobre cómo gestionan el esfuerzo, la confianza y los errores.
Esta fábula es una excelente oportunidad para hablar con los niños sobre cómo afrontar los desafíos con perseverancia, sin compararse constantemente con los demás. Puede ayudar a desmontar la presión por ser “el más rápido” o “el mejor”, y a valorar los logros obtenidos con constancia. También permite trabajar la frustración ante la derrota o el orgullo por el esfuerzo personal.
“No siempre gana quien corre más, sino quien no se rinde.”