🚀🌕 Horizontes Lejanos 8: Sombras en la Luna

El pasillo de la base reflejaba la tenue luz artificial mientras Aura avanzaba con el ceño fruncido, los brazos cruzados sobre el pecho y la mente revuelta. Había tenido otra discusión con Isaac. No una pelea abierta, sino un intercambio de frases sutiles, pequeñas puñaladas envueltas en afecto. Lo que comenzó como una conversación sobre la nueva distribución de turnos en la base terminó en una serie de insinuaciones por parte de él sobre Zoe. Sobre cómo ella también necesitaba apoyo, sobre cómo Aura estaba demasiado ocupada en otras cosas como para darse cuenta.

Apretó los dientes. No era la primera vez que Isaac deslizaba comentarios que la hacían dudar de su propia percepción. A veces se sentía atrapada en un laberinto donde la realidad se distorsionaba, donde él era la única constante. Y eso la asfixiaba.

Fue entonces cuando recibió el mensaje de su madre.

Mara había solicitado su presencia en la sala de reuniones. Cuando Aura llegó, su madre estaba de pie junto a una pantalla holográfica donde flotaba una imagen tridimensional de una luna gris marcada por cráteres. Su expresión era serena, pero su mente trabajaba con precisión quirúrgica. Mara había estado observando. Su hija se estaba apagando. El brillo de su carácter se desdibujaba día a día, absorbiendo la sombra de Isaac.

Sabía que no podía forzarla a ver lo que estaba ocurriendo, pero sí podía darle una tregua. Una oportunidad para alejarse y respirar aire nuevo. Aunque fuera bajo un cielo distinto.

—Voy a recomendarte para una expedición a la mina de la luna —dijo sin rodeos. 😊

Aura parpadeó. —¿Yo? ¿Para qué?

—Para que aprendas más sobre la minería del Tantalio y sobre las telecomunicaciones que se están estableciendo allí —explicó Mara, con un tono neutral. Demasiado neutral.

Aura entrecerró los ojos. —Pero hay adultos especializados para eso. No tiene sentido que vaya alguien joven y sin experiencia.

—Consideramos que es una oportunidad de aprendizaje. Se ha seleccionado un grupo juvenil con potencial en diversas áreas. Liam también estará en la expedición.

Aura sintió una pequeña punzada en el pecho. Liam. Hacía meses que apenas hablaban. Su mundo se había reducido tanto a Isaac que había perdido la conexión con su viejo amigo.

—¿Zoe e Isaac vienen? —preguntó, con una voz más insegura de lo que pretendía.

—No —respondió Mara. —Isaac tiene tareas asignadas en la base, y Zoe está ocupada con su trabajo en la investigación biológica.

Aura frunció el ceño, sintiendo que algo no cuadraba del todo. No entendía por qué su madre insistía en enviarla, pero la idea la intrigó. De pronto, una sensación inesperada la recorrió. La emoción de hacer algo nuevo, de salir de la rutina. Tal vez incluso de escapar un poco. 🚀

El día del embarque, la nave estaba lista en la plataforma de lanzamiento. Isaac se había enfadado muchísimo con la partida de Aura, así que en señal de protesta no quiso ir a despedirla. Aura subió la rampa junto a los demás jóvenes seleccionados. Cuando estaba a punto de entrar por la compuerta, sintió una mano sobre su hombro.

Se giró y vio a su madre con un pequeño contenedor translúcido en las manos. Dentro, Nim dormía acurrucado, su cuerpo felino-lagartiano subiendo y bajando con una respiración tranquila.

—Llévatelo contigo —dijo Mara con suavidad. —Te hará compañía.

Aura tomó el contenedor con cuidado. Algo en su pecho se aflojó. Miró a su madre, que le sostuvo la mirada con firmeza, y sin más palabras, se despidieron con un breve pero cálido abrazo.

La nave de transporte era pequeña en comparación con la enorme lanzadera que los había traído a Veridia-7. Mientras se acomodaban en los asientos, Liam, con el que apenas había intercambiado palabras, se ubicó cerca de ella, pero no a su lado. Aura sintió la distancia entre ellos, una brecha que no había notado cuánto la afectaba hasta ahora.

El despegue fue suave, y rápidamente llegaron a la zona exterior de la atmósfera. Las sacudidas de la nave dieron paso al silencio del espacio, oscuro y envolvente. A medida que la luna crecía en el visor de la nave, Aura sintió algo extraño: la ligereza en su pecho iba en aumento. Como si, con cada kilómetro de distancia de la base, algo pesado quedara atrás.

—Prepárense para la ingravidez parcial —anunció el piloto.

Cuando aterrizaron, los jóvenes fueron equipados con trajes espaciales. Sus movimientos eran torpes y cada paso les hacía dar un salto mucho más allá de lo que habían imaginado. Enseguida comenzaron los juegos y las risas entre ellos, rebotando como si estuvieran en camas elásticas.

De esa manera, entre empujones amistosos, salieron al exterior. La base minera era una estructura robusta, de un blanco metálico que reflejaba la luz del sistema. Los pasillos eran más estrechos que los de Veridia-7, y cada superficie parecía diseñada con una funcionalidad extrema. Aura no pudo evitar sentir una emoción creciente mientras exploraban.

Esa noche, se celebró una pequeña fiesta de recepción en la zona común, aprovechando los suministros recién llegados. Fue allí donde Aura se reencontró con Liam de verdad. Mientras se servían comida rehidratada y escuchaban las historias de los mineros, él le dirigió una sonrisa que le resultó familiar.

—Sigues siendo un desastre con la comida espacial —bromeó Liam cuando a Aura se le escurrió parte de la comida de la bandeja y trató de atajarla en un movimiento torpe.

Ella sonrió, y por un momento, fue como si nada hubiera cambiado entre ellos.

Se sentaron en unos bancos que estaban parcialmente ocupados por técnicos de la estación, que se presentaron con sonrisas cercanas.

—Soy Soren —dijo un joven técnico, de cabello oscuro y mirada calculadora que observaba a Aura con intensidad antes de presentarse. Había algo en él que le resultaba familiar, pero no podía precisar qué. Su conversación fue fluida, interesante. Y por primera vez en mucho tiempo, sintió que estaba pudiendo dialogar con alguien de una manera diferente, sin la sombra de Isaac proyectándose sobre ella.

Los días siguientes estuvieron llenos de exploración. Primero visitaron la mina, donde les mostraron los procesos de extracción del Tantalio, las herramientas utilizadas y los estrictos protocolos de seguridad. Soren, con su actitud tranquila pero eficiente, los guiaba a través de los túneles iluminados con luces azules, explicando cada detalle con un nivel de conocimiento y cariño por su trabajo que comenzaban a captar la atención de Aura.

Otro día, fueron a la base de telecomunicaciones, donde Aura vio a los padres de Zoe trabajando. Además de mejorar las comunicaciones con la Tierra, rastreaban toda una parte del espacio que aún era desconocida para ellos.

En otra jornada, recorrieron la luna en todoterrenos solares, disfrutando de la baja gravedad y explorando el paisaje árido y rocoso. La experiencia resultó fascinante, y Soren demostró una vez más ser un excelente y atento guía.

Finalmente, visitaron el laboratorio donde los científicos investigaban nuevas aplicaciones del Tantalio. Gracias a sus particularidades, estaban estudiando su posible uso en materiales de construcción resistentes a las tormentas de arena corrosiva en Veridia-7.

Con el pasar de los días, Aura se iba sintiendo más ella misma, disfrutando de la compañía de Liam, Nim y sus nuevas amistades en la base lunar. Poco a poco, su participación en las conversaciones fue ganando el protagonismo que solía tener antaño, haciendo, sin buscarlo, que los demás la escucharan fascinados, sus chistes fueran de los más reídos y que creciera el cariño hacia ella y la cohesión del grupo. Aura volvía a brillar con luz propia. ✨

Así, pasaron las semanas de exploración, hasta que un día la base sufrió una anomalía inesperada. Al regresar aquella tarde, encontraron las instalaciones con las luces de emergencia activadas. Nim corrió a los brazos de Aura, comportándose de manera extraña, inquieto y emitiendo sonidos agudos. Poco después, el sistema de soporte vital sufrió una explosión estruendosa, haciendo que todos se despegaran varios centímetros del suelo y se golpearan las cabezas con la estructura.

Automáticamente se pusieron en marcha los sistemas de respaldo y comenzaron a sellarse las zonas afectadas por la explosión, pero en una de las áreas la brecha era demasiado grande. La temperatura descendió y la presión comenzó a caer. Las alarmas eran atronadoras y el pánico se apoderó del grupo, pero Soren los dirigió a la sala de presurización para que se colocaran los trajes espaciales. Allí se encontraron con otros técnicos que ayudaron a los más inexpertos.

Los mecánicos acudieron a reparar la brecha con una espuma expansiva selladora, pero costó bastante esfuerzo y tiempo durante el cual se iban agotando las reservas de oxígeno.

Finalmente, consiguieron detener las alarmas de emergencia inminente, pero las señales lumínicas no se apagaban, algo seguía yendo mal.

Nim, según Aura lo sacó de su contenedor, se dirigió chillando a través de un área de ventilación, alertando a todos sobre otra posible fuga. Siguiéndolo, encontraron otra brecha minúscula. El pequeño híbrido había encontrado el problema: por algún motivo había fallado el escudo y una lluvia de micrometeoritos había impactado contra la base, afectando no solo a los sistemas de soporte vital, sino también a los secundarios. La maquinaria dañada comenzó a funcionar de manera errática, provocando sobrecargas y, finalmente, explosiones en distintos puntos de la estación.

Soren gritó a Aura que corriera; una segunda explosión era inminente. Ella se movía con movimientos torpes, intentando sostener a su mascota mientras se dirigía a la puerta, luchando contra la baja gravedad. Soren tiró de ella para cubrirla con su cuerpo justo mientras se producía el estallido, desperdigando partículas en todas las direcciones. La onda expansiva los empujó al pasillo, donde Liam los sujetó para que no se golpearan y la puerta se cerró protegiéndolos del vacío. Soren había recibido impactos, pero había podido proteger a Aura y Nim.

Aunque habían logrado contener la fuga temporalmente, los daños eran graves, y la base ya no podía sostener a todos los mineros. Algunos podrían aguantar en la estación de telecomunicaciones, pero no había espacio suficiente. El equipo debía regresar a Veridia-7 para traer refuerzos y suministros.

De vuelta en el planeta, cuando la nave aterrizó, Aura descendió por la plataforma sintiendo que algo en ella había cambiado. A pesar de los últimos sucesos, durante semanas, había sido libre. Se había reencontrado con Liam, había conocido a Soren y había vuelto a sentirse ella misma.

Pero entonces lo vio. Allí, entre el resto de colonos aliviados y felices por recibir a sus familiares y amigos, se encontraba Isaac, que la esperaba al final de la pasarela con la preocupación dibujada en su rostro, abriendo los brazos para recibirla. A su lado, Zoe la miraba con una sonrisa forzada.

Y en ese instante, el peso regresó a su pecho.