📖 Un cuento para edades de 12 a 16 años.
⏳ Tiempo de lectura: 13 minutos.
📝 En Veridia-7, los colonos profundizan su vínculo con el planeta mientras enfrentan desafíos y cambios.
El sol anaranjado de Veridia-7 se alzaba sobre las colinas, tiñendo los bosques de un dorado suave. Aura, Zoe y Alexia se encontraban junto al cercado donde los galebres descansaban. Estas criaturas, que combinaban la majestuosidad de un caballo terrestre con la agilidad de un antílope, se habían convertido en un recurso vital para explorar los terrenos difíciles del planeta. Sin embargo, domarlos había sido todo un desafío.
—Creo que me odia —dijo Zoe, retrocediendo un paso mientras un galebre de piel jaspeada resoplaba frente a ella.
—No te odia, sólo te está midiendo —respondió Aura, acariciando suavemente el cuello de su propio galebre, un joven llamado Lira.
El galebre giró la cabeza hacia ella y emitió un gorgoteo bajo que parecía vibrar en el aire. Desde aquel día en la cueva, Aura había notado algo diferente en su relación con estos animales. Era como si percibieran algo en ella, algo que ni siquiera ella misma comprendía del todo.
—¿Por qué contigo es tan dócil? Es como si...
—Como si entendiera algo que nosotras no —completó Alexia, quien ya estaba montada con seguridad sobre otro galebre de patas largas, su postura relajada y confiada.
—¿Cómo lo haces? —preguntó Zoe, admirada.
—No es magia —respondió Alexia con una sonrisa satisfecha—. Es paciencia. Y confianza.
Aura sonrió distraídamente. Su mente estaba en otro lugar. Desde que había inhalado aquel polvo gris en la cueva, algo dentro de ella había cambiado. Bajo ciertas luces, su piel emitía un resplandor sutil que parecía latir con el planeta, sin contar con el intrincado dibujo que había surgido desde el tobillo herido, extendiéndose por su pierna, como un tatuaje orgánico.
El equipo científico lo había llamado Veridita, un mineral desconocido hasta su llegada a Veridia-7. En un principio, lo habían confundido con Tantalio, uno de los materiales esenciales para las prótesis biomecánicas que aseguraban su supervivencia en el planeta. Pero pronto se dieron cuenta de que era algo completamente diferente. Los escáneres de medición que utilizaban, precisos y avanzados, fallaban al intentar detectarla bajo ciertas condiciones, lo que había llevado a la confusión inicial. Por otro lado, mientras el Tantalio era inerte, la Veridita parecía viva, interactuando con los organismos, adaptándolos de formas aún impredecibles.
Aura lo había sentido en su propio cuerpo: una conexión con el planeta, con sus ritmos. Los galebres parecían percibirlo también. Habían alertado del terremoto antes de que los sistemas de la colonia detectaran siquiera la más mínima anomalía. Mara había mencionado que la forma en que el mineral entraba en el cuerpo podía suponer algún tipo de diferencia. Isaac, quien sólo lo había absorbido a través de heridas abiertas, había mostrado un aumento evidente en sus capacidades físicas. En Aura, que también lo había inhalado, los cambios eran más sutiles, más emocionales.
—¿Aura? —la llamó Zoe, interrumpiendo sus pensamientos—. ¿Vienes o prefieres quedarte soñando con Isaac?
Aura sintió cómo el calor le subía al rostro. —No estoy soñando con Isaac —protestó, aunque sabía que sus amigas no la creerían.
—Vamos, no te hagas la difícil. Es guapísimo, y te mira como si fueras el centro de su universo —bromeó Alexia mientras le tendía la mano para ayudarla a montar.
Aura suspiró, decidiendo no negar lo evidente. —Es complicado —admitió mientras subía a Lira—. A veces parece que todo encaja entre nosotros, pero hay algo… no lo sé, algo que no me deja estar segura.
—Es porque te importan las cosas. Y él también te importa —dijo Zoe con una sonrisa tranquilizadora—. Dale tiempo.
El grupo partió hacia una pradera cercana, donde los galebres podían correr libremente. Mientras cabalgaban, Aura sintió cómo Lira reaccionaba a sus pensamientos antes incluso de que ella diera las órdenes. Era como si estuvieran conectados.
—¿No lo sentís? —preguntó Aura, deteniendo su galebre en la cima de una colina.
—¿Sentir qué? —preguntó Alexia, mirando a su alrededor.
—Es como si algo nos observara. Pero no de forma amenazante… Es como si el planeta supiera que estamos aquí —respondió Aura, acariciando el cuello de Lira.
Zoe y Alexia intercambiaron miradas. Desde el terremoto, su amiga se había vuelto más introspectiva, casi mística. A veces no eran capaces de seguir la línea de sus pensamientos, pero las respetaban.
De repente, un destello llamó su atención. Al pie de la colina, una pequeña grieta en el suelo brillaba con el resplandor plateado de la Veridita.
—¿Vamos a explorar? —preguntó Zoe, sus ojos brillando con emoción.
Aura asintió. Bajaron con cuidado y desmontaron, observando cómo los galebres se mantenían cerca, inquietos pero sin huir.
Al acercarse, vieron que la grieta contenía un cristal puro de Veridita, iridiscente y complejo. Alexia sacó una herramienta para intentar extraer una muestra, pero apenas la tocó, los galebres comenzaron a resoplar nerviosos.
—¡Espera! —exclamó Aura, deteniéndola.
Aura cerró los ojos y posó su mano sobre el cristal. Una corriente de energía suave recorrió su brazo, y por un momento, pudo sentir el entorno como nunca antes: las raíces de los árboles, el flujo del viento, incluso los latidos del corazón de sus amigas.
—Aura, ¿estás bien? —preguntó Zoe, preocupada.
—Es… Es como si el planeta estuviera vivo, y esto —dijo señalando el cristal— fuera parte de su esencia.
Decidieron no extraer la Veridita, sino marcar el lugar para que los expertos lo investigaran más tarde.
De vuelta en la colonia, notaron una atmósfera diferente. Los colonos se agrupaban en pequeños círculos, hablando en voz baja, y la tensión era palpable. En el centro del salón de reuniones, Mara discutía con otros oficiales mientras un mapa estelar holográfico flotaba sobre la mesa.
—Tenemos un problema —dijo Mara, su voz grave pero contenida. —Los análisis indican que la luna principal de Veridia-7 es rica en Tantalio. Sin él, no podremos seguir desarrollando las prótesis ni las tecnologías avanzadas que necesitamos para sobrevivir aquí.
Un hombre mayor, con el uniforme de técnico, cruzó los brazos con expresión preocupada. —Sabemos lo esencial que es, pero enviar una expedición ahora... aún no estamos listos para afrontar riesgos adicionales.
—Nunca estaremos completamente listos —respondió Mara con firmeza—. Pero esta misión no puede esperar. No tenemos suficiente Tantalio para mantener el funcionamiento de los sistemas en los próximos meses. Es una cuestión de supervivencia.
Aura observó la discusión desde un rincón, notando cómo los colonos a su alrededor compartían miradas inquietas. Aunque las palabras de Mara eran racionales, el costo emocional de separarse de sus seres queridos, incluso por turnos temporales, junto a los peligros que implicaban una misión semejante, parecía pesar sobre todos.
Más tarde, mientras cruzaba un pasillo de la colonia, se encontró con Liam. Este evitó mirarla, pasando apresuradamente junto a ella.
—¡Liam! ¿Qué sucede? —Aura lo alcanzó, sujetándolo por el brazo.
Liam se giró con una expresión tensa. —Tu madre va a enviar a mis padres a la expedición —dijo, su voz cargada de reproche—. Además de la mina, quiere montar una base de telecomunicaciones allí arriba —
Aura abrió la boca para responder, pero no supo qué decir. La rabia contenida en los ojos de Liam se transformó en tristeza. Bajó la mirada.
—Perdona, Aura —murmuró, con los ojos enrojecidos. —Sé que no es culpa tuya, ni de tu madre. Pero no puedo evitarlo. Tengo miedo.
Aura sintió una punzada de compasión y, sin pensar, puso una mano en su hombro. —Lo entiendo. Yo también tendría miedo. Pero tus padres son fuertes. Van a volver.
Liam asintió débilmente antes de marcharse, dejándola sola en el pasillo.
El día de la partida, la colonia al completo se reunió frente a la nave. Los colonos formaron un pasillo solemne por donde pasaron los integrantes de la expedición. Uno a uno, los miembros del equipo cruzaron la escotilla, perdiéndose en la luminosidad del interior.
El silencio era total, roto sólo por el leve sonido de las pisadas. Cuando llegó el turno del último miembro, un joven técnico, se detuvo en el umbral y giró la cabeza hacia la multitud. Sus ojos recorrieron lentamente los rostros con una mezcla de melancolía y determinación, hasta encontrarse con los de Aura.
El tiempo pareció detenerse, el mundo desapareció momentáneamente a su alrededor. Al cruzar miradas, Aura sintió un calor inexplicable en el pecho, una corriente de emoción que no podía comprender del todo. Fue apenas un instante, pero quedó grabado en su mente cuando el técnico finalmente se dio la vuelta y desapareció dentro de la nave.
Cuando la escotilla se cerró y la nave despegó, el peso de la despedida cayó sobre la colonia como una nube densa. Algunos se abrazaron en silencio, otros regresaron a sus tareas, con los ojos fijos en el suelo.
Horas después, Aura fue llamada a las dependencias médicas junto a Isaac. Al parecer, querían estudiar más los efectos de la Veridita en su cuerpo porque estaban valorando comenzar a utilizarla en otros colonos. Mientras esperaban, se sentaron en silencio, pero Aura era consciente de la presencia de Isaac de un modo que iba más allá de lo físico. Era como si pudiera sentirlo, como una energía constante y cálida junto a ella.
Isaac, adivinando la línea de sus pensamientos, alzó la mano y la colocó suavemente sobre la de Aura. La calidez de su toque envió un escalofrío por su columna. Por un momento, ninguno de los dos habló, pero la conexión entre ellos era palpable, una corriente silenciosa que no necesitaba palabras.
—Aura —dijo él finalmente, su voz apenas un susurro—. ¿Por qué sigues evitándome?
Aura lo miró a los ojos, y en ellos vio algo profundo: ternura, devoción, pero también la fuerza de alguien que había aprendido a luchar contra sus propios demonios.
—No estoy evitándote —respondió ella, aunque sabía que no era del todo cierto.
Isaac no insistió. Retiró la mano con delicadeza, pero la intensidad de su mirada quedó grabada en la mente de Aura mientras la puerta de la sala se abría y los llamaban.
Cuando los médicos comenzaron a analizarlos, Aura se dejó llevar por sus pensamientos. Sentía que algo dentro de ella estaba cambiando, no sólo físicamente, sino también en cómo veía el mundo y a las personas a su alrededor.
Por primera vez desde que llegaron a Veridia-7, no se sentía como un ser extraño. Ahora veía oportunidades, conexiones y un futuro próspero en un planeta que, aunque misterioso, estaba enseñándoles cómo vivir en armonía con él.
Cuando terminó el examen, Isaac la esperó afuera. Aura lo miró, y aunque no dijo nada, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.
—¿Te parece si damos una vuelta? —preguntó él.
Aura aceptó, sintiendo que una parte de ella, la que había estado luchando contra sus propios miedos, finalmente había decidido dar el paso.
Título: Horizontes Lejanos: Veridita, la conexión del nuevo mundo
Saga: Sexta entrega de Horizontes Lejanos
Edad recomendada: De 12 a 16 años
Tiempo de lectura: 13 minutos
Temas principales: Conexión con la naturaleza, amistad, toma de decisiones difíciles, exploración personal y trabajo en equipo.
Sinopsis:
En Veridia-7, un planeta lleno de misterios y belleza salvaje, Aura y sus amigos enfrentan nuevos desafíos. La aparición de un mineral único, la Veridita, que interactúa de forma misteriosa con los seres vivos, pone en marcha una cadena de descubrimientos y decisiones que podrían cambiar la vida en la colonia para siempre. Entre exploraciones, vínculos inesperados y despedidas difíciles, Aura descubre que el planeta esconde secretos que la conectan profundamente con su entorno y con los demás.
Aspectos destacados:
Advertencia para padres:
En esta entrega, se tratan temas como el miedo a la separación y las consecuencias de decisiones difíciles en un entorno de supervivencia. Aunque no hay contenido explícito, algunas escenas pueden despertar reflexiones profundas que merecen conversación posterior con los jóvenes lectores.
Preguntas para reflexionar juntos:
¿Por qué leerlo?
Horizontes Lejanos: Veridita, la conexión del nuevo mundo es una historia que combina aventura y ciencia ficción con un mensaje profundo sobre la adaptación, el crecimiento personal y el impacto que podemos tener en el mundo que nos rodea. Perfecta para jóvenes que aman las historias con personajes reales, dilemas complejos y un trasfondo de esperanza.